En Fiestas Patrias, el MNHN abrirá el miércoles 17 de septiembre de 2025, hasta las 11:30 horas. El jueves 18 y viernes 19 de septiembre el museo estará cerrado.
El coleccionismo de objetos del Perú durante el siglo XIX

Desde sus inicios en la década de 1830, el Museo Nacional de Chile (actual MNHN) comenzó a colectar y recibir donaciones de objetos del pasado prehispánico, no sólo de Chile, sino que también de otras partes de América. Muchas de estas piezas fueron donadas por individuos particulares aficionados al coleccionismo, permitiéndoles entrar en conversaciones y debates intelectuales sobre el pasado y la historia social del continente americano. Especialmente en las décadas que siguieron a la independencia respecto de España, las élites sudamericanas mantuvieron un sentido de americanismo bajo una visión de un pasado mancomunado, en donde el imperio Inca era visto como una época civilizatoria gloriosa, comparable con las “altas culturas” del Viejo mundo a semejanza del clasicismo europeo. Si bien la procedencia de las colecciones del Perú era diversa en términos regionales, culturales y cronológicos, en dicha época todavía no se tenía una clara noción de la profundidad temporal del pasado andino y tales objetos eran considerados de modo genérico como “incaicos”, testigos de un pasado imperial sudamericano que no diferenciaba otras culturas regionales.
Desde la década de 1820 en adelante, el discurso sobre los Incas y las piezas referentes a dicho pasado ignoto del cual se desconocía su profundidad temporal, aportaron un sentido de grandeza imperial y civilizatoria. Entre los primeros coleccionistas de objetos peruanos destaca la figura de don Mariano Ariztía de Astaburuaga, miembro del partido conservador que tuvo una destacada carrera como diputado y senador en la provincia de Coquimbo. Ariztía era propietario de la mina de plata Guías en Arqueros, además de las haciendas de Sotaquí y Guallillinga. También era cuñado de José Tomás Urmeneta, a quien dejó como administrador de sus intereses económicos. Es en dicho contexto que Urmeneta comenzó la explotación de la mina de cobre de Tamaya, la que lo convertiría en uno de los mineros más ricos de Chile y además en un coleccionista de objetos etnográficos y de historia natural (sobre todo de Polinesia), los que también donó al Museo Nacional.
Mariano Ariztía adquirió en 1842 algunas piezas prehispánicas de Lambayeque, Perú, las cuales corresponden a vasijas de la cultura Chimú. Una de estas es antropomorfa y posee en la parte frontal de su base una etiqueta que posiblemente fue escrita por el vendedor o el mismo Ariztía, identificando su lugar de procedencia y año de obtención. En 1863, la Comisión Científica Española del Pacífico encabezada por Fernando Amor como naturalista, hizo una visita al Museo Nacional dirigido por Rodulfo Philippi, retratando gran parte de las piezas prehispánicas que la institución poseía en dicho momento. Los bosquejos de las vasijas fueron realizados por el fotógrafo y dibujante de la expedición, Rafael Castro Ordóñez. En dichas ilustraciones aparecen 44 “vasos peruanos”, la mayor parte posible de ser afiliados a la costa norte del Perú.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, acontece un giro interpretativo en la forma de entender la cultura material prehispánica del Perú en el Museo Nacional de Chile. Más allá de sólo representar los “ecos” de un pasado imperial, dichas piezas tuvieron un rol relevante para la interpretación de un panorama de “avance civilizatorio” para los pueblos prehispánicos de Chile. Estas interpretaciones se basaban en modelos evolucionistas inspirados en el darwinismo social, que utilizaban el método comparativo para evaluar trayectorias de desarrollo unilineales que iban de lo primitivo a lo civilizado. Es por ello que en obras como “Los Aboríjenes de Chile” de José Toribio Medina (1882) y en la “Historia General de Chile” de Diego Barros Arana (1884), se utilizaba la cultura material peruana existente en el Museo Nacional con el fin de establecer un panorama evolutivo del país. Para tales autores, el norte de Chile sería una región más “civilizada” por influencia de los Incas habiendo llegado a la edad del bronce, mientras que el sur de Chile solo habría llegado a la edad de piedra y sería más primitivo. Estos marcos analíticos tuvieron un claro componente ideológico, sirviendo para justificar los procesos de expansión estatal en la Araucanía e incorporar de modo simbólico la historia de los antiguos territorios de Bolivia y Perú a la historia nacional, luego de la Guerra del Pacífico.
En general, la principal colección del Perú que fue adquirida por el museo corresponde a la que fue vendida por el coleccionista limeño Nicolás Sáenz. En 1895, Nicolás Sáenz propuso al gobierno chileno la venta de una colección de objetos “incaicos” traídos desde Lima, la cual fue aprobada en 1897. La colección se componía de más de mil objetos, donde la mayoría procede de la costa norte del Perú y puede ser atribuida a las culturas Moche y Chimú, aunque también hay artefactos Inca, Chancay, Tiwanaku, entre otros. Sobre la procedencia de la colección, la mayor parte de las piezas no indican el lugar de obtención; sin embargo, de los lugares con registro se mencionan las localidades de Trujillo y Chimbote como las más recurrentes.

Tanto la colección peruana como el resto de la colección internacional, fueron adquiridas como parte del crecimiento de la institución y aportaron nuevo conocimiento durante el siglo XIX, el cual no estuvo exento de prejuicios. Estas colecciones dieron paso a una nueva forma de interpretación de las antigüedades prehispánicas, en donde el pasado indígena de Chile podría situarse en comparación a una escala regional y global de desarrollo, contrastando con la autoimagen de avance y civilización de la élite urbana de la época.
Hoy en día estas colecciones nos sirven para conocer la historia del pasado andino, alejándonos de los prejuicios civilizatorios que originalmente motivaron la adquisición de dichas colecciones. Bajo una mirada crítica, podemos reinterpretar dichas piezas a la luz de nuevos conocimientos y así comprender y acercar el pasado prehispánico a las comunidades del presente y del futuro.
Referencias
Garrido, Francisco
2024 Los “ídolos peruanos” de Philippi y la fascinación con las colecciones del Perú en el Museo Nacional de Chile. En Redes del coleccionismo. El rol de coleccionistas, museos y objetos precolombinos en el montaje del presente, editado por B. Ballester, pp. 194-215. Ediciones de la Subdirección de Investigación del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, Santiago.
Garrido, Francisco y Carolina Valenzuela
2022 Antigüedades prehispánicas peruanas en la creación de una “prehistoria” chilena: el caso de la colección Sáenz. História, Ciências, Saúde – Manguinhos 29(3): 769-788.