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Colecciones biológicas: ¿Por qué los museos necesitan seguir recolectando ejemplares?

Nota Área de Zoología de Invertebrados:

Colecciones biológicas: ¿Por qué los museos necesitan seguir recolectando ejemplares?

Publicado el 23/09/2025
Figura 1: Camarones de río del sur (Samastacus spinifrons) recolectados en Curicó en 1902, parte de la colección histórica del Área Zoología de Invertebrados (AZI) del MNHN.
Figura 1: Camarones de río del sur (Samastacus spinifrons) recolectados en Curicó en 1902, parte de la colección histórica del Área Zoología de Invertebrados (AZI) del MNHN.
Jorge Pérez-Schultheiss, curador del Área de Zoología de Invertebrados, aporta una importante reflexión sobre la relevancia de las colecciones biológicas en los museos, y cómo estas son una herramienta inmejorable para ampliar nuestro conocimiento del mundo natural.

Las colecciones biológicas conservadas en museos de historia natural, como las que se resguardan en el Área Zoología de Invertebrados (AZI) del museo, son una herramienta fundamental para conocer la biodiversidad de nuestro planeta. Cada ejemplar conservado en ellas es una pieza de evidencia que permite identificar, describir y comprender la diversidad de organismos que habitan la Tierra. Este conocimiento es clave: cuanto mejor entendamos a las especies y sus variaciones, mejor podemos protegerlas y diseñar estrategias de conservación. Sin colecciones biológicas, sería imposible trazar un mapa confiable de la biodiversidad; tampoco se podrían diseñar medidas adecuadas para evitar su deterioro ni, en última instancia, prevenir la extinción de especies amenazadas por nuestras propias actividades.

Figura 2: Colección de cefalópodos (pulpos y calamares), parte de la colección de Malacología.
Figura 2: Colección de cefalópodos (pulpos y calamares), parte de la colección de Malacología.

 

Pero ¿qué es exactamente una colección biológica? Es un conjunto organizado de especímenes que han sido colectados, preparados y preservados de forma cuidadosa, junto con la información detallada sobre cuándo, dónde y cómo fueron recolectados. Estas colecciones son, en la práctica, un archivo tangible del pasado, el presente y el futuro de la vida: nos muestran cómo era la biodiversidad en épocas anteriores, documentan lo que existe hoy y permiten proyectar cómo podrían cambiar las especies en respuesta a fenómenos como el cambio climático o la transformación de los ecosistemas. Por ello, es fundamental continuar recolectando especímenes de manera constante y sistemática, para ampliar las colecciones existentes y mantener un registro actualizado para el futuro.

Figura 3: Holotipos conservados en el AZI-MNHNCL, es decir, los ejemplares usados por los investigadores para describir nuevas especies de centollones de Chile. Izquierda: Paralomis chilensis, descrito por Héctor Andrade en 1980 y a la derecha Paralomis otsui, descrita por Rodolfo Wilson en 1990.
Figura 3: Holotipos conservados en el AZI-MNHNCL, es decir, los ejemplares usados por los investigadores para describir nuevas especies de centollones de Chile. Izquierda: Paralomis chilensis, descrito por Héctor Andrade en 1980 y a la derecha Paralomis otsui, descrita por Rodolfo Wilson en 1990.  

 

Un espécimen, en este contexto, es un individuo (o parte de él) de una especie que se conserva en una colección. Puede ser un insecto montado en alfiler, un ave disecada, un crustáceo en alcohol o una planta prensada en un herbario. Lo fundamental es que esté acompañado de datos completos: lugar preciso de colecta, fecha, colector, método de preservación, etc. Solo con esta información el espécimen se convierte en un registro valioso, capaz de responder preguntas científicas, aun después de siglos.

Ahora bien, ¿por qué seguir colectando ejemplares si ya existen millones conservados en los museos? Porque la biodiversidad no es estática. Las especies cambian su distribución, enfrentan amenazas, algunas desaparecen por extinción y otras, incluidas las especies exóticas, se incorporan a nuevos ecosistemas. Además, constantemente se descubren nuevas especies, evidenciando que aún conocemos muy poco de la biodiversidad que nos rodea. Sin la recolección y conservación de nuevos especímenes, sería imposible detectar invasiones biológicas, mutaciones o extinciones locales. Cada colecta complementa lo que ya sabemos y abre la puerta a los conocimientos que aún están por llegar.

En tiempos recientes, se ha popularizado el registro fotográfico de organismos en plataformas como iNaturalist. Estos aportes son valiosísimos para la ciencia ciudadana y ayudan a mapear distribuciones de especies conocidas, pero no reemplazan a los especímenes físicos. Una fotografía rara vez muestra todos los detalles diagnósticos necesarios para una identificación precisa, y mucho menos permite estudios futuros de genética, anatomía interna o el análisis químico de tejidos.

El problema se acentúa con organismos pequeños, poco conocidos o difíciles de identificar a simple vista. Arácnidos, insectos diminutos o crustáceos acuáticos requieren observación detallada al microscopio y, muchas veces, estudios moleculares. A esto se suman las especies crípticas, aquellas que parecen idénticas externamente pero que en realidad corresponden a especies distintas, que merecen ser reconocidas como tal. Solo mediante el estudio directo de ejemplares, combinado con análisis genéticos, es posible reconocerlas y describirlas adecuadamente. En todos estos casos, una fotografía no basta: se necesitan ejemplares completos y bien preservados en una colección.

Figura 4: Parte de la colección general de crustáceos decápodos en el Área Zoología de Invertebrados del MNHN.
Figura 4: Parte de la colección general de crustáceos decápodos en el Área Zoología de Invertebrados del MNHN.

La importancia de mantener especímenes reales en colecciones biológicas se hace evidente en numerosos casos. Por ejemplo, muchas nuevas especies se han descubierto y descrito a partir de ejemplares recolectados hace décadas y conservados en museos, aun cuando en la actualidad, estas especies pueden estar localmente extintas debido a la intervención o modificación de los hábitats originales donde fueron recolectadas. Del mismo modo, los organismos preservados en colecciones han permitido identificar la llegada temprana de especies invasoras que en su momento pasaron desapercibidas. Además, el análisis de especímenes históricos ha servido para estudiar cambios en la dieta, la morfología o el comportamiento de distintas especies, revelando cómo las transformaciones ambientales y humanas han modificado sus hábitos a lo largo del tiempo.

Figura 5: Camarón de río del norte (Macrobrachium caementarius) recolectados en Quillota en 1883, parte de la colección histórica del Área Zoología de Invertebrados del MNHN.
Figura 5: Camarón de río del norte (Macrobrachium caementarius) recolectados en Quillota en 1883, parte de la colección histórica del Área Zoología de Invertebrados del MNHN.

Sin embargo, en algunos sectores de la sociedad existe una creciente sensibilidad por el bienestar animal que, aunque positiva en general, ha llevado a cuestionar socialmente la colecta de organismos para investigación. Este enfoque, motivado por la empatía hacia la vida silvestre, es comprensible y necesario, pero puede generar malentendidos sobre la función de las colecciones biológicas e incluso poner en duda su importancia ante la opinión pública, lo que a futuro podría dificultar la generación de conocimientos esenciales para proteger a esas mismas especies en el largo plazo.

¿Qué puede hacer el público general frente a esta problemática? En primer lugar, informarse sobre el verdadero rol de las colecciones biológicas, entendiendo que la colecta científica es esencial para ampliar nuestro conocimiento del mundo natural. También se puede colaborar apoyando a los museos de historia natural que mantienen estas colecciones y reconociendo su aporte al estudio y conservación de los ecosistemas. Finalmente, es clave promover un diálogo que equilibre el respeto por los seres vivos con la necesidad de recolectar especímenes para mantener colecciones biológicas sólidas, que respalden el conocimiento y la protección futura de la biodiversidad.