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Cabritas prehispánicas
Si bien hoy en día las cabritas, palomitas, pululu o popcorn son un acompañante casi indispensable en los cines y paseos infantiles, pocos saben que su origen es prehispánico y ha acompañado la dieta de nuestros antepasados durante siglos. El maíz es un cultivo que fue domesticado en nuestro continente milenios atrás, extendiéndose de Mesoamérica a los Andes. Es un patrimonio de nuestros pueblos indígenas que sólo fue conocido en Europa y el resto del mundo recién a partir del siglo XVI.
La presencia del maíz en el mundo andino es muy antigua y fue el alimento principal de todos los estados y sociedades complejas que existieron en la región en tiempos prehispánicos. Los Incas, Chimú, Tiwanaku, Wari, Moche y Nazca, entre otros pueblos, desarrollaron sus economías en torno al maíz. Incluso en centros urbanos tan antiguos como Caral, el cual data del 3000 a.C. en la costa de Perú, ya hay evidencia de su cultivo. De este modo, el maíz fue uno de los principales alimentos que impulso el desarrollo de la complejidad social, el sedentarismo y la vida urbana en diversos lugares del continente.
El maíz es un alimento nutritivo y muy versátil. Más allá de su consumo en estado fresco, el maíz puede conservarse seco por mucho tiempo. También puede molerse para hacer harina, fermentarse para hacer brebajes alcohólicos como la chicha, y tostarse para que se infle y se convierta en las famosas «cabritas». En esta modalidad puede consumirse directamente como un snack, el cual podía llevarse en las jornadas de trabajo como una colación.
En el norte de Chile, nuestros antepasados prehispánicos también consumieron el maíz tostado a modo de cabritas, las cuales son idénticas a las actuales. En el año 1932, el arqueólogo Ricardo Latcham, quien era también director de nuestro Museo, se llevó una gran sorpresa mientras excavaba unas sepulturas preincaicas en Quillagua. Si bien no era extraño hallar maíces prehispánicos en sitios arqueológicosm, dadas las excelentes condiciones de conservación del desierto de Atacama, hallar algo tan frágil como maíz inflado no era fácil.
En su libro Arqueología de la región Atacameña, Ricardo Latcham consigna lo siguiente respecto a su hallazgo: «En las sepulturas de Quillagua, hallamos dos ollitas, llenas hasta la mitad de pululu, tan blanco y tan fresco como si estuviera recientemente tostado, en vez de haber estado sepultado por siete u ocho siglos.» (Latcham 1938:106)
Este pululu o cabritas prehispánicas, se ha conservado en nuestro museo en sus vasijas originales que las contienen. Se puede apreciar su forma y color casi inalterado por los siglos, en donde la vasija con asa de mayor tamaño aún conserva el ollín exterior de cuando fue puesta al fuego para tostar el maíz. Estas cabritas fueron una ofrenda para la vida en el más allá, junto a otros utensilios de la vida cotidiana de los antiguos habitantes de Quillagua.
Tanto el maíz como los porotos, el ají, las papas, la quinoa, y el zapallo entre otros, son alimentos prehispánicos que forman parte de nuestra herencia culinaria y son un aporte de nuestros pueblos ancestrales a la diversidad de la dieta mundial.
Referencias
Latcham, Ricardo 1938. Arqueología de la Región Atacameña. Prensas de la Universidad de Chile, Santiago.