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Las mujeres cuidadoras del Niño del cerro El Plomo

En 1954, en plena cordillera de los Andes, un hallazgo inesperado cambió para siempre el rumbo de la ciencia antropológica en Chile. Un grupo de arrieros encontró el cuerpo congelado de un niño inca, cuidadosamente depositado cerca de la cumbre del Cerro El Plomo, a 5.400 metros de altura. El extraordinario estado de conservación natural en que fue descubierto asombró a la comunidad científica y al público, tanto en Chile como a nivel internacional.
El Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) de Santiago asumió el desafío de resguardar y preservar este cuerpo ancestral, enfrentando por primera vez una complejidad ética, técnica y científica sin precedentes: conservar un cuerpo humano de más de 500 años, mantenido por las condiciones extremas de frío y altitud. Este hecho marcó un hito en la historia del museo y dio inicio a un compromiso sostenido en el tiempo, en el que las mujeres han desempeñado un rol fundamental en su protección, estudio y dignificación:
Grete Mostny, Arqueóloga, Egiptóloga, Profesora, Filóloga, Historiadora y Filósofa de origen austriaco, fue Jefa del Área de Antropología del MNHN entre 1943 y 1964, y luego Directora del museo hasta 1982. Lideró el equipo que recibió y estudió al Niño del Cerro El Plomo tras su hallazgo. Su enfoque —extraordinariamente avanzado para su época— propuso una mirada interdisciplinaria y un tratamiento mínimamente invasivo. Mientras en otros contextos se recurría a la autopsia, una técnica destructiva comúnmente usada para estudiar cuerpos humanos del pasado, Mostny optó por la conservación y el respeto. Incluso gestionó la adquisición de una cámara de frío especialmente diseñada para garantizar su preservación, sentando precedentes éticos y técnicos que aún perduran.
Eliana Durán, Profesora de Historia y Geografía, se autoformó como Arqueóloga y trabajó durante décadas en el MNHN. Fue Jefa del Área de Antropología, desempeñando un papel clave en el resguardo cotidiano del Niño. Su dedicación fue esencial para preservar su integridad física y simbólica. Junto a Nieves Acevedo, Museóloga del museo, fueron guardianas constantes de este cuerpo ancestral, cuidando tanto su conservación como su profundo significado cultural.
Silvia Quevedo, Antropóloga Física y Encargada del Laboratorio de Antropología Física del MNHN, profundizó los estudios bioantropológicos del Niño. Realizó investigaciones en paleopatología junto a Patrick Horne, así como otros análisis que permitieron ampliar el conocimiento científico sobre su vida, muerte y contexto ritual.

Hoy, como Antropóloga Física y Curadora del Área de Antropología del MNHN, continúo esta labor con profundo respeto, junto a Yasna Sepúlveda, Administradora de Colecciones, quien asegura con rigurosidad y compromiso su conservación.
Nuestra tarea forma parte de una larga cadena de mujeres cuidadoras, científicas y profesionales que han protegido al niño del Cerro El Plomo no solo como objeto de estudio, sino como un ser humano, ofrendado por los incas a la montaña en el marco del ritual de la Capacocha.
Quienes nos precedieron nos dejaron una vara muy alta. Por eso, además de velar por su cuidado, hoy lidero una investigación rigurosa junto a otras destacadas mujeres científicas, que ha permitido nuevos descubrimientos y una comprensión más profunda de este rito andino: su vida, su último viaje, y su tránsito hacia el mundo habitado por los dioses.
Cuidar al Niño es un acto de ciencia, memoria y ética. Es también una forma de honrar a los pueblos andinos y su cosmovisión, y de reafirmar que el patrimonio humano debe ser tratado con respeto, responsabilidad y humanidad.