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Los anfípodos dulceacuícolas chilenos

Nota Área de Zoología:

Los anfípodos dulceacuícolas chilenos

Publicado el 06/01/2017
Osornodella gabrielae, un Falklandellido endémico de la cordillera de la costa de Osorno.
Osornodella gabrielae, un Falklandellido endémico de la cordillera de la costa de Osorno.
Jorge Pérez-Schultheiss, curador de Zoología de Invertebrados de nuestro Museo, nos cuenta sobre anfípodos de agua dulce de nuestro país.

Los anfípodos de agua dulce son un componente importante de las faunas acuáticas continentales y se les puede encontrar en casi todo tipo de hábitat dulceacuícola superficial, como ríos, riachuelos, vertientes, lagos, lagunas y charcos. Además, han logrado colonizar hábitats subterráneos, como cavernas y aguas freáticas.

Hasta hace algunos años, podríamos haber considerado que la fauna de anfípodos dulceacuícolas de nuestro país era bastante pobre, representada en aguas superficiales por unas pocas especies de un único género, llamado Hyallela y un par de raras especies subterráneas descritas en la década de los 50 y 60. Sin embargo, luego de que algunos investigadores centraron su atención en este grupo, el panorama cambió completamente.

El anfípodo Hyalella chiloensis, especie común en cuerpos de agua superficiales desde concepción a Coyhaique.
El anfípodo Hyalella chiloensis, especie común en cuerpos de agua superficiales desde concepción a Coyhaique.

Los estudios sobre este grupo siempre han sido escasos en Chile. En la década de 1950 un investigador alemán llamado Wolfram Noodt, descubrió dos especies conocidas actualmente como Ingolfiella manni y Pseudingolfiella chilensis (Referencia 1); ambas bastante raras en el contexto mundial. La primera corresponde al único representante chileno del raro suborden Ingolfiellidea y la segunda, pertenece a la familia Pseudingolfiellidae, que incluye a un puñado de especies cuyas relaciones con otros anfípodos aún permanecen desconocidas.

Además de estas dos especies, hasta el año 1991, otras tres eran reportadas en aguas superficiales del país: Hyalella azteca, H. gracilicornis y H. patagonica (Referencia 2), las dos primeras descritas originalmente de Brasil y Norteamérica respectivamente. Recién con los trabajos del investigador chileno Exequiel González, se logró determinar que las especies chilenas de este grupo no presentaban ninguna afinidad con las Hyalella Amazonicas o Norteamericanas, y que en realidad existían en el país un total de siete especies: H. simplex, H. fossamancinii, H. kochi, H. chiloensis, H. costera, H. araucana y H. franciscae (Referencia 3).

Hasta ese momento, la fauna de anfípodos dulceacuícolas incluía un total de 9 especies, distribuidas en tres géneros y tres familias. Pero más sorpresas esperaban en el sur del país, que darían a conocer la presencia de cuatro familias previamente no reportadas en Chile.

A inicios del 2000, el profesor Erich Rudolph desarrollaba una serie de estudios en una población de camarones excavadores del género Virilastacus, que descubriera en un humedal turboso, al pie de la cordillera de la costa de la provincia de Osorno. Allí, cohabitando con los camarones en sus galerías inundadas, se descubrieron los primeros ejemplares de un anfípodo perteneciente a la familia Paraleptamphopidae, que fueron descritos como un nuevo género y especie denominados Ruffia patagonica, por dos investigadores argentinos (Referencia 4). Antes de este descubrimiento, la familia estaba representada por unas pocas especies consideradas endémicas de Nueva Zelanda.

Al mismo tiempo, habíamos descubierto en riachuelos cercanos de esta misma zona, otra especie de anfípodos dulceacuícola, que luego de un complicado proceso de identificación, fueron determinados como el nuevo género y especie Osornodella gabrielae (Referencia 5). Estos animales pertenecen a la familia Falklandellidae, un extraño grupo que hasta ese momento incluía dos especies conocidas solo de las Islas Malvinas. Su rareza consiste en que son los únicos representantes del hemisferio sur de la superfamilia Gammaroidea, que domina las aguas dulces del hemisferio norte.

Una de las familias dulceacuícolas más diversificadas de Sudamérica es Bogidiellidae, que habitan diversos hábitats subterráneos de todo el mundo, y de la que se han descrito varios géneros y especies de Argentina. Extrañamente, para Chile no se había reportado ningún representante de este grupo, hasta que en 2013 fueron descubiertos algunos ejemplares en una vertiente de Osorno. Estos animales fueron descritos como Patagongidiella wefkoi, y están directamente relacionados con la única otra especie de su género, conocida de Neuquén, Argentina, en lo que parece ser un claro ejemplo de especiación alopátrica, mediada por el surgimiento de la cordillera de la costa (Referencia 6).

El anfípodo subterráneo Patagongidiella wefkoi, primer Bogidiellido chileno, reportado para el llano central de la provincia de Osorno.
El anfípodo subterráneo Patagongidiella wefkoi, primer Bogidiellido chileno, reportado para el llano central de la provincia de Osorno.

Por último, mencionaremos una especie descrita de aguas aparentemente salobres, pero perteneciente a un grupo dulceacuícola, que fue encontrada durante una expedición espeleológica franco-chilena, a la Isla Madre de Dios, en la región de Magallanes. Estos animales, que fueron descritos como el nuevo género y especie Ruffia patagonica, corresponden a los primeros representantes sudamericanos de la familia Phreatogammaridae, antes considerada endémica de Nueva Zelanda (Referencia 7).

Como recuento final, nuestro país pasó de contar con nueve especies, tres géneros y tres familias, a un total de 13 especies, siete géneros y siete especies. Es casi seguro que estos números continuarán aumentando, ya que se sabe de varias especies no descritas que esperan ser bautizadas, y probablemente otras aún esperan por ser descubiertas.

Con estos nuevos hallazgos, podemos afirmar que si bien la fauna de anfípodos dulceacuícolas de Chile incluye pocas especies (al menos hasta ahora!), si mantiene una interesante diversidad a nivel de géneros y familias, contribuyendo a cambiar el paradigma establecido por largo tiempo, de una pobre fauna de anfípodos sudamericanos (Referencia 8). Por otro lado, destaca la presencia de varios géneros endémicos, que en sí mismos representan valiosos componentes de nuestra fauna, que merecen ser conservados.

Referencias

  • Noodt, W. 1959. Estudio sobre crustáceos chilenos de aguas subterraneas. I. Ingolfiella chilensis n. sp. de la playa marina de Chile Central (Crustacea, Amphipoda). Investigaciones Zoológicas Chilenas, 5: 199-209. Y Noodt, W. 1961. Estudios sobre crustáceos chilenos de aguas subterráneas. II. Nueva Ingolfiella de aguas subterráneas limnicas de las Lomas de Paposo en el Norte de Chile. Investigaciones Zoológicas Chilenas, 7: 7-16.
  • González, E. R. 1991. Talitroidea marinos y de agua dulce en Chile (Crustacea, Amphipoda). Estudios Oceanológicos (Chile), 10: 95- 111.
  • González, E. R., 2003. Los anfípodos de agua dulce del género Hyalella Smith, 1874 en Chile (Crustacea: Amphipoda). Revista Chilena de Historia Natural, 76: 623-637.
  • Grosso, L. E. & M. Peralta, 2009. A new Paraleptamphopidae (Crustacea, Amphipoda) in the burrow of Virilastacus rucapihuelensis (Parastacidae) and surrounding peat bogs. Rudolphia macrodactylus n. gen., n. sp. from southern South America. Zootaxa, 2243: 40-52.
  • Pérez-Schultheiss, J. 2013. Osornodella gabrielae, n. gen. and n. sp., a new falklandellid (Amphipoda: Gammaridea) from freshwaters of the Chilean Coastal Range. Zootaxa, 3599(5): 446-456.
  • Pérez-Schultheiss, J. 2013. First species of the family Bogidiellidae Hertzog, 1936 (Crustacea: Amphipoda) in Chilean groundwaters: Patagongidiella wefkoi n. sp. Zootaxa, 3694(2): 185-195.
  • Brehier, F., Vonk, R., Jaume D. 2010. First South American phreatogammarid, with comments on the arrangement of coxal and sternal gills, and on the biramous condition of the seventh pereiopod in amphipods. Journal of Crustacean Biology, 30(3): 503-520.
  • Fišer, C., M. Zagmajster & R.L. Ferreira, 2013. Two new Amphipod families recorded in South America shed light on an old biogeographical enigma. Systematics and Biodiversity 11 (2), 117-139