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Ballena del MNHN oculta un siglo su identidad


Desde que llegó de las costas de Valparaíso en 1889, la ballena que alberga el Museo Nacional de Historia Natural ha sorprendido a los científicos. Primero se la identificó como una ballena azul, luego como una ballena de aleta y recientes estudios indican que se trata de una Balaenoptera borealis.

Los nuevos antecedentes taxonómicos surgieron gracias a los trabajos de desmontaje y renovación de su esqueleto, realizados entre noviembre de 2012 y agosto de 2013 en el salón central del museo, a vista del público.

Los investigadores José Yañez, Gian Paolo Sanino, junto a Jhoann Canto, efectuaron durante este proceso un análisis de la rama mandibular del esqueleto, que descarta que se trate de una ballena de aleta como lo habían establecido el 2000 en un artículo científico Yañez y Sanino , y la clasifican como una Balaenoptera borealis.

En su estudio Sobre la identidad de la ballena del Museo Nacional de Historia Natural de Chile, precisan que esta última conclusión tampoco es definitiva y deberá ser complementada en el futuro con diagnósticos moleculares y craneométricos:

"Basándonos en la información surgida sobre el ejemplar MNHN, apoyada por el análisis de espacio intervertebral, la corrección de los análisis de osteometría relativa y la serie de criterios complementarios incorporados por esta contribución: elementos anatómicos presentes en la rama mandibular; en la forma del vómer y el basioccipital y finalmente en algunas características exhibidas por la bula timpánica, se desprende que la identidad taxonómica de la ballena del Museo Nacional de Historia Natural corresponde con la mayor probabilidad a la especie Balaenoptera borealis." (Canto et al., 206).

Y ese no fue el único descubrimiento: al reubicar el esqueleto de ballena de una manera anatómicamente correcta se descubrió que mide 15,9 metros, mientras que su instalación original la mostraba de 18,5 metros.

El equipo multidisciplinario que trabajó en la conservación y restauración del esqueleto también limpió y reparó 57 vértebras de su columna vertebral y reemplazó piezas faltantes. La ballena está lista así para ser exhibida otra centuria.

Del mito a la realidad

Cuando fue encontrada hace 124 años, la ballena que conserva el Museo Nacional de Historia Natural fue catalogada por los científicos, y presentada al público durante años, como un ejemplar de ballena azul (Balaenoptera musculus).

Pero en 1980, el biólogo Walter Sielfeld, quien preparaba su libro Mamíferos Marinos de Chile revisó el ejemplar y reparó en que no pertenecía a esta especie.

Sielfeld planteó que se encontraba mal identificada, ya que la forma general de los huesos del rostro y paladar no correspondían a una ballena azul. Posteriormente, las visitas del biólogo holandés Koen Van Waerebeek, confirmaron que no se trataba de un ejemplar de esa especie, por lo que debía corregirse su identificación.

Este nuevo diagnóstico llevó a José Yáñez, curador Jefe del Museo Nacional de Historia Natural, a cambiar la denominación: de ballena azul (Balaenoptera musculus) a ballena de aleta (Balaenoptera physalus).

La modificación no fue bien recibida por la autoridad de la época, que se opuso al cambio debido a que la imagen del Museo estaba asociada a la figura de la ballena azul, la especie más grande en la historia de la vida sobre la Tierra. Se pensó entonces que era preferible mantener el equívoco.

En 2000, Yañez, junto a Gian Paolo Sanino, biólogo especialista en cetáceos, realizaron la investigación titulada La ballena del Museo Nacional de Historia Natural, que confirmó el error de identificación.

Este estudio concluyó que "por el tamaño corporal, el grado de desarrollo, la forma y margen de ambos maxilares, la superposición gráfica con esquemas de cráneos, las relaciones y proporciones de sus medidas craneales y corporales individuales y comparativas con otras especies, el ejemplar corresponde a un individuo sub-adulto de rorcual o ballena de aleta, Balaenoptera physalus." (Sanino & Yañez, 114)

En 2013, los mismos investigadores, junto a Jhoann Canto, han dado un nuevo giro a la historia al catalogarla ahora como Balaenoptera borealis.

El arribo de la ballena

Luego de su hallazgo en Valparaíso, la ballena fue traída en tren a Santiago y desde la estación ferroviaria fue transportada en carretas hasta el Museo. Los preparativos para su exhibición tardaron 6 años, por el largo proceso de preparación de su esqueleto.

Fue necesario construir en el patio del Museo una poza de cal y ladrillo de 10 metros de largo, por 3 de ancho y 1 de alto para la limpieza, lavado y maceración de sus huesos.

Una vez preparada, fue ubicada en la mitad norte del salón central del Museo donde se mantuvo por 85 años. En 1980 fue movido a la mitad sur del mismo salón, lugar donde se encuentra actualmente. En estas imágenes se observa dónde y cómo ha sido exhibida.

El artículo De cómo una ballena llegó a adquirir un Museo, del investigador Ariel Camousseight relata los pormenores institucionales de la llegada y exhibición de la ballena.

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